Sembrando Con Fe ..Semillas De Amor
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March 16, 2008
Amado Mio

 

 

 

 


No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante.
También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada, halándola con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita seas!

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes:

Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.
Durante los primeros meses no sucede nada apreciable.
En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.

Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece más de 30 metros.
¿Tardó sólo seis semanas en crecer?

No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas para desarrollarse.
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno, y que éste requiere tiempo...

Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.
Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y coherente y saben esperar el momento adecuado.
De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante.

En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que en tanto no bajemos los brazos, ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos, sí está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando.
Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.

El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación.
Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros.
Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.

Tiempo...

¡Cómo nos cuestan las esperas! ¡Qué poco ejercitamos la paciencia en este mundo agitado en el que vivimos...!
Apuramos a nuestros hijos en su crecimiento, apuramos al chofer del taxi... nosotros mismos hacemos las cosas apurados, no se sabe bien por qué...
Perdemos la fe cuando los resultados no se dan en el plazo que esperábamos, abandonamos nuestros sueños, nos generamos patologías que provienen de la ansiedad, del estrés...

¿Para qué?

Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la aceptación.
Gobernar aquella toxina llamada impaciencia, la misma que nos envenena el alma. Si no consigues lo que anhelas, no desesperes...

Quizás sólo estés echando raíces...

Lucas 8:15 "Mas la que cayò en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y llevan fruto en paciencia"
Lucas 21:19 "En vuestra paciencia poseeréis vuestras almas"
Romanos 5:3 "Y no sólo esto, mas aùn nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia"
Hebreos 6:12 "Que no os hagáis perezosos, mas imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas"

  

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¿Quién es este que
aún la mar le obedece?
¿Quién es este que
en las tinieblas resplandece?

 

Es Jesús de Nazareth.

Si tan siquiera lo tocaras,
tus pecados él perdonará
y con su sangre te lavará
y vida eterna te dará.

Es Jesús de Nazareth.

El te quiere llevar
a unas calles de oro
y a un mar como de cristal.
Con El siempre puedes morar.

Es Jesús de Nazareth.

¿Lo conoces?    

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¡Heme aquí, amado mío!
Escuché tu llamado desde más allá de los mares,
y sentí la caricia de tus alas,
desperté y dejé mi lecho,
y todo lo que en el había.
¡Heme aquí! de pie bajo el almendro florecido,
escuchando la voz de tu espíritu.
Habla, amado mío
y deja que tu palabra se mezcle con la brisa que viene a mi,
desde lo profundo de tu corazón.
Háblame,amado,
dame de tu boca el agua viva,
pues sedienta está mi alma de ti.
¡Oh cuán dulce es tu fuente mi Señor!,
¡Cuán dulces son tus labios, cuando en la intimidad me llamas por mi nombre,
invitándome a tu mesa!
Mas yo, atónito por tal gentileza,
enmudezco y mi corazón se desborda de vida por tu amor,
rebozando así de mis ojos lágrimas,
que secas con tus labios.
Acerta dador de vida con tu Espíritu en esta cita,
derrámate sobre toda carne,
tuya que agoniza en el desierto,
derrama tus cántaros de agua viva en mi pueblo,
y así en esta tierra árida veremos
como retoñan los nuevos pámpanos que te adoren en espiritu y en verdad,
porque tales adoradores tú buscas que te adoren.

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Posted by Semillas De Amor at 3:28 AM EDT
Updated: September 8, 2008 2:35 AM EDT
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